Ya lo dijo Eurípides 

 
Ya lo dijo Eurípides… "si el vino viene bien la vida" ¡ah…no! ¡¡¡Ese fue Horacio Guaraní!!! ¡En fin! hablando en serio, si nos interesamos en la historia del consumo del vino, y su porqué, diremos que ya el mencionado Eurípides, el gran Poeta griego de la antigüedad habla de Dionisio (Dios de las festividades, la danza, el teatro y los placeres) diciendo: "El dios hijo de Zeus / da sin distinción al rico y al miserable / el goce apaciguador del vino" (Las Bacantes).
 
 
Es que el placer que proporciona la bebida a base de uva se conocía "en la islas del Egeo desde los tiempos micénicos". Corrieron los siglos y llega a nuestros días con su mayor esplendor, ¡en caldos increíbles! 
 
Sus dones son la variedad de sabores, aromas y gustos, el hecho que es muy natural y puede envejecer muy bien (en las condiciones adecuadas) creciendo en virtudes. Los griegos solían desayunar bebiendo primero una copa de vino. Pero no era costumbre con las comidas, salvo reuniones ya programadas. Por el ejemplo en el Symposion (no es una palabra inventada por los ejecutivos de los sesenta) sino que era una reunión de eruditos, poetas, filósofos. Que al decir de Jenofonte dialogaban o discutían temas morales y dialécticos. Pero también complementaban la reunión (aparte de comida y bebida) con música y espectáculos de danza.  
 
No se invitaba a participar  mujeres, salvo a las hetairas (mujeres que funcionaban como artistas, contertulias, y acompañantes). El invitante o Anfitrión agasajaba con ricas comidas a sus amigos y elegía alguien para dirigir el Symposiun (Symposiarca). Sería así mismo quien decidía la cantidad de copas que se debían beber. La reunión comenzaba con la Primera Mesa, carnes de caza, pescados, aves y después llegaba la Segunda Mesa compuesta por frutas y dulces. Luego de la comida comenzaba realmente la fiesta, en el momento en que se comenzaba a escanciar el Vino. Sin embargo antes, el Anfitrión como rito inicial, procedía a una "libación de vino" (ceremonia que consiste en derramar un poco en homenaje a la divinidad). 
 
La cantidad de vino a beber, como dijimos se regulaba, siendo puro las primeras rondas. Luego, las ánforas se iban "aguando" para impedir borracheras prematuras. Y además porque el vino era muy diferente al que nosotros bebemos hoy. Era muy fuerte e intenso. Más adelante con la aparición de Horacio Flaco, poeta lírico y satírico romano, aquel del famoso "carpe diem",  el beber vino y la degustación serán un “acto privado”.