Nuestras uvas criollas… ¿son criollas? Y ¿el Torrontés?

 
¿Que son las llamadas ”Variedades Criollas”? Sabemos que a la Torrontés se le califica como Uva Argentina, porque es una cruza de Criolla con Moscatel de Alejandría, o más específicamente de uvas que habitaban nuestro territorio desde que llegaron los españoles y trajeron sus vides: Criolla Chica (o Listán Prieto en España) y Moscatel de Alejandría, cruzamiento que al parecer surgió espontáneamente.
 
Pero además hay otras uvitas de esta buena tierra. Investigamos en las consideraciones del INTA. “Las variedades criollas son autóctonas porque se originaron en Sudamérica, como resultado del cruce natural que se dio entre las plantas de vid traídas por los españoles. Esos cruzamientos naturales originaron una semilla genéticamente distinta, es decir, generaron nuevos genotipos. Por lo tanto las criollas son variedades que crecen desde hace más de 400 años en los viñedos de nuestro país, pero también en otros como Perú o Chile”. Los jesuitas fueron los que difundieron las vides en esta zona de América. Elementos científicos de avanzada y mediante métodos moleculares, hoy pueden diferenciar las vides y dar respuesta a los interrogantes.
 
Al parecer nuestro querido Malbec, que tantas satisfacciones da a los Argentinos, aquí y en el exterior es el “papá” de otras variedades.

Pero si hablamos de la Torrontés, única variedad autóctona de alta calidad, se puede decir que ofrece “vinos con ADN argentino, es decir, vinos con variedades propias que no existen en otro lugar del mundo”.
 
Las investigaciones dicen que en un principio nadie se dio cuenta que había nacido una nueva especie de vid, ya que solían estar todas mezcladas. Y luego tampoco tenían una clasificación para ella.

El caso es que tuvo un interesante periplo, ya que se dio en San Juan, en Mendoza y en la Rioja, la misma vid pero con diferentes características.
 
Mientras que en las dos regiones cuyanas se da en mayor medida más simple fresco, es el Torrontés Riojano el que ofrece los mejores sabores y aromas.
 
Pero el viaje del Torrontés  no se detuvo, continuó hacia el norte y llegó a Salta y su microclima a 3000m/mar. Y allí engalanando  las copas, cobró fama. Sobre todo en Cafayate, ricos vinos frutados y largos de boca.
 
Y el nombre? Bueno esa es otra historia, y nos remitimos al INTA y al historiador Pablo Lacoste en su “Historia del Torrontés”. Dice que  a mediados del siglo XX, el “el naturalista Damián Hudson”, la confundió o le pareció muy  similar a una uva española de nombre Turruntés. De allí en más para todos fue Torrontés Riojano. De sus características de aromas y sabores, hablaremos en otra nota (CC).